Hace menos de un año Biden no tolerará la falta de respeto ni nigún insulto: “Te despediré en el acto”. Míralo:
Pero se le ha olvidado. Ahora este es su comportamiento más íntimo, cuando se comporta en su naturaleza más auténtica cuando cree que nadie le escucha:
“- ¿Aceptará preguntas respecto de la inflación? ¿Cree que la inflación puede ser una carga de cara a las Midterms?
– No, es un gran activo. Más inflación. Menudo estúpido hijo de puta.”
En sólo una semana Biden ha recibido varias noticias que, por sí solas, podrían echar abajo unas elecciones:
1.- La Corte Suprema ha anulado la obligatoriedad de la vacuna, diciendo textualmente que Biden “no tiene tanto poder”.
2.- Su popularidad ha caído al 30% (la peor de la historia) y la de Kamala está muy por debajo.
3.- La inflación ha alcanzado el 9,4%
4.- El Congreso ha tumbado la ley electoral que proponía y por la que pretendían de nuevo malversar votos de cara a las elecciones de noviembre 2022
5.- Putin ha acumulado tropas y escalado la situación en Ucrania, al oler debilidad en occidente.
Varias malas noticias que no tienen muy contento al hace un año tan risueño Joe, que se las prometía muy felices en el primer aniversario de su llegada al poder, y que ha tratado de evitar con una serie de “memoriales” sobre lo ocurrido en el Capitolio el año pasado. Lo recuerdo: un supuesto golpe de estado sin armas dado por los ciudadanos más armados del mundo. (Es curioso, los Estados Unidos a estas demostraciones en otros países les llama “primaveras”).
Cuando la prensa te hace una pregunta complicada (pero pertinente), tienes dos opciones: asumir que la pregunta responde a una duda “que está en la calle” que merece ser enfrentada y resuelta cuanto antes, o retirarle la carta de ciudadanía al periodista en cuestión, deshumanizarle y arrojar supuestas dudas sobre el capital que soporta a su medio.
Un buen político, o diría más, una buena persona, haría lo primero. Para ello son necesarias ciertas virtudes humanas: humildad, coraje, generosidad.
Un mal político hará lo segundo. Para ello hacen falta ciertos vicios humanos: vanidad, cobardía, egoísmo.
Estos meses estamos atendiendo a ataques constantes a periodistas que hacen preguntas incómodas. Por la vía directa (“hijo de puta”, “burbuja mediática de la ultraderecha”) o por la indirecta (“por problemas de aforo en La Moncloa le denegamos la acreditación”). Y siempre vienen por la izquierda.
Donald Trump, con todo lo que le han echado encima, jamás insultó a un periodista. Sin embargo CNN, ABC, Univision, CBS se unieron contra él en un ataque de dignidad. Los mismos que hoy disculpan a Biden sus seniles deslices de viejo desmemoriado que no sabe qué hace ahí.
Rufián, Echenique, Sánchez, vetan y se niegan a responder a 7NN, a ABC o a El Debate. No hay un sólo periodista de los medios progres que se haya levantado.
Pronto entre los medios de la alternativa lanzaremos una iniciativa para defender y apoyar la libertad de expresión de comunicadores, youtubers, tuiteros, y también aunque no se lo merezcan, periodistas.