El cielo debe estar de fiesta: Dios ha llamado a Alejandro Esponda a su presencia

El Chapulín, que como dice mi amiga Tere es un santo, seguramente, porque sólo ellos hacen obras tan grandes de manera tan humilde y callada.

No sabía que se llamaba Alejandro, yo le conocí como Chapulín, y así siempre fue para mi. Coincidí con él en mi segunda patria, Méjico, como hace 30 años, nunca lo olvidaré, me dejó una huella imborrable: un torbellino de vitalidad y creatividad (dibujaba viñetas que yo había visto, componía canciones que yo había escuchado, escribía poesía que yo había disfrutado…. y de repente, conocí a ese “grande” cuya admiración por él ya llevaba yo en mi mochila). Era una persona impresionante y no dejaba indiferente a nadie. No conocí apenas a su familia, pero debe ser extraordinaria. Lo siento tanto por ellos… una pérdida irremplazable. Es el dolor profundo que choca con la certeza de que está en el cielo y ya ha alcanzado la felicidad eterna.

El Chapulín además estaba comprometido con una de las causas más bellas a la que uno puede aspirar en esta vida: la entrega generosa al servicio del Bien Común por medio de remangarse y salir de la legítima zona de confort para subir al ring a dar la batalla trabajando incansablemente por, como la llamaba San Juan Pablo II, la Civilización del Amor. Y como cualquier ring, no sólo se sube para dar golpes, sino para estar dispuestos a recibirlos. Creo que salió victorioso… porque no bajó los brazos y eso sí que debe ser lo que llaman la satisfacción por el deber cumplido.

Que Dios le tenga en su Gloria y le de fortaleza a su familia, amigos y seres queridos.

Acabo de leer un texto de Jesús Gómez Espejel (no te conozco, pero MUCHAS GRACIAS) que no puede expresar mejor lo que significaba el Chapulín para muchos. No le quito ni una coma:


LOS HÉROES DE ESTOS TIEMPOS VIVEN DE INCÓGNITO

Descanse en paz Alejandro Esponda Grajeda. 27 de enero de 2022.

En muchas ocasiones creemos que las personas que cambian el mundo son personajes famosos, mediáticos, públicos… y estamos en un gran error. Son precisamente los hombres y mujeres sencillos, con claridad en su misión/vocación, con gran talento y un extraordinario espíritu de servicio los que logran transformar a los seres humanos, las organizaciones, las comunidades y los países enteros.

Es la nobleza, la congruencia y la perseverancia las que son determinantes para conseguir impacto amplio y de gran calado. Tal es el caso de el gran hombre, cristiano, hijo, hermano, esposo, padre, mexicano y amigo que fue Alejandro Esponda.

Un niño extraordinario desde pequeño por su memoria y dedicación siendo el más joven ganador del premio de los 64,000 pesos en la categoría de geografía universal. Matemático, investigador, poeta, escultor, escritor, emprendedor, empresario y sobre todo líder formador de varias generaciones así un amigo incomparable. Inolvidables sus libros de poesía, marcaron toda una etapa.

Alejandro fue un hombre fuera de serie, de los que te toca conocer muy pocas veces la vida. Un extraordinario católico, estudioso conocedor de la fe y los documentos de la iglesia; apóstol con su palabra y su ejemplo. ¿Qué no tenia Alejandro? De generosidad excepcional, darse a mismo, su tiempo para saber de ti y profundizar en tus sentimientos y necesidades, su opinión y consejo siempre prudente. Su capacidad visionaria y de ejecución también fue muy poco común. El perseguir su vocación lo llevo a lugares distantes de su natal Ciudad de México como Cuernavaca, Acapulco, Mérida y Guadalajara, de ahí su apodo de “el chapulín” donde supo construir amistades eternas y formar a cientos de jovenes en el servicio a Dios y la Patria.

De gran entereza y temple superó las adversidades propias de su liderazgo a través de la prudencia, entendiendo la voluntad de Dios y con la tenacidad propia de un valiente. Sus cursos de oratoria, desarrollo de la personalidad, liderazgo, novios y doctrina social, fueron un hito en la vida de hombres, mujeres y familias enteras. Una personalidad muy completa, un Leonardo da Vinci del SigloXXI, culto, piadoso, gran lector, haciendo ejercicio, dando clases, pintando, esculpiendo máscaras y organizando grupos apostólicos, etc. Su pensamiento e iniciativas desbordaban las horas del día donde ejecutarlas. Puedo afirmar, sin lugar a dudas que no se podría entender la historia moderna de algunas regiones de México, específicamente de Jalisco, sin identificar las aportaciones sociales y cívicas que hizo Alejandro, siempre en forma humilde y discreta ya que nunca busco los reflectores.

Alejandro deja un legado incomparable por la contundencia de su pensamiento y acción. Asi, hoy es tiempo de dar gracias a Dios por haber conocido a Alejandro, ser su discípulo, compañero y amigo, así como haber permitido que tocara mi alma. Por siempre tu recuerdo y ejemplo.

Jesús Gómez Espejel


Con mucho cariño, rezo porque Dios le tenga en su Gloria y de fortaleza y luz a su familia y amigos.

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