Aunque nos parezca inverosímil, hay muchas voces que alertan sobre el resurgimiento de la ideología eugenésica de un modo encubierto. Son varios los métodos por los que ya hoy está llevándose a cabo, sin embargo, para no alargar este escrito, hoy me centraré en un dato muy esclarecedor y concreto.
La eugenesia, cuyo fin era lograr una sociedad perfectamente sana, se remonta a sus orígenes a finales del s. XIX, cuando las ideas de Francis Galton, considerado el padre de la eugenesia, e influido por la teoría de la evolución de Charles Darwin, familiar suyo fueron extendiéndose.
Las clases más pudientes de las sociedades inglesas y alemanas vieron en la eugenesia una oportunidad para mejorar la salud de las naciones. Lo explica la profesora emérita de la Universidad de Indiana (EEUU) Ruth Clifford Engs, autora de The Eugenics Movement: An Encyclopedia (Greenwood, 2005): “Si eras una persona bien formada en un país de habla inglesa o alemana, la eugenesia se consideraba la mejor manera de promover la salud de la población”[1].
La llamada eugenesia positiva (si se puede llamar positivo deshacerse de una parte de la población o impedir que nazcan) pretendía una sociedad saludable mediante hábitos de buena nutrición, deporte, sanidad sexual e higiene.
Tal y como apreciará el lector, lo que tenemos hoy en día instaurado en nuestra sociedad no es nuevo, viene de hace siglo y medio. De hecho, en los centros educativos contamos con programas específicos dirigidos a crear en los alumnos hábitos de salud, higiene y nutrición, sin olvidar los programas sexuales afectivos con su buena carga ideológica en la perspectiva del género e incluyendo entre los llamados servicios sexuales la anticoncepción y el aborto.
Pero lo que más me ha llamado la atención de esta eugenesia positiva, es que ya disponían de certificados de salud.
Durante estos años, se expandieron las llamadas leyes de Mendel, de Johan Gregor Mendel, el creador de la genética[2]. Se trataban del conjunto de reglas básicas sobre la transmisión por herencia genética de las características de los organismos de los padres a sus hijos y que constituyeron el fundamento de la genética.[3] Es por ello, por lo que se pensaba que, si unos padres no estaban sanos, tendrían hijos enfermos. Por lo tanto, para impedir este resultado, comenzaron a exigirse certificados de salud sexual para conceder un permiso de matrimonio, o se justificaban persecuciones a los colectivos considerados indeseables.
Si analizamos estas leyes de Mendel podemos llegar a la idea de que se basarían en lo que actualmente conocemos como política transversal, tal y como nos recuerda Philippa Levine, historiadora de la eugenesia de la Universidad de Texas (EEUU) y coeditora de The Oxford Handbook of the History of Eugenics (Oxford University Press, 2010).
Entendemos por política transversal el mecanismo que permite el eje común que nos mejora humanamente, sacando a la luz los intereses colectivos por encima de los propios[4]. De ahí, surgen las políticas de salud ya mencionadas, pero también las de igualdad que resguardan a los colectivos feministas y LGTBI, así como las medioambientales que nos llevan a políticas por la defensa de la ahora llamada “Pacha mama” en contra del hombre opresor. Y todo esto nos empuja hacia el colectivismo, la gran masa de individuos sin identidad propia, sin intereses personales, tan solo movidos por el “bien común”. Lo cual bien podría parecerse al ideal comunista libertario
Entre las características que señalan lo que es una eugenesia, hallamos la segregación de la población. En antaño ocurrió en Francia, España, Reino Unido, la mayor parte de Canadá y Latinoamérica, en las que se dio la eugenesia positiva por motivo de salud ya mencionada. Durante la Alemania Nazi, se llevó a cabo un genocidio eugenésico en base a la raza. Y durante el apartheid en África, se sufrió también una segregación de la sociedad por razas imponiendo serias restricciones a los negros. Y no olvidemos que todo ello fue en su momento legal.
Quizás ahora nos parezca una barbaridad, y podemos llegar a pensar que la sociedad ha madurado y no aceptaría esas acciones nuevamente.
Ahora volvamos a nuestro siglo XXI, un siglo de grandes avances, de grandes libertades logradas a base de esfuerzo. En las que nuestras sociedades se asientan en democracias que nos garantizan el respeto a nuestros derechos fundamentales. Pero, analicemos un poco más detenidamente la situación actual a la que nos enfrentamos hace más de año y medio en todo el mundo. ¿Quiénes son hoy los colectivos considerados indeseables? ¿Podrían ser las personas no vacunadas? Y ¿Qué se exige a los ciudadanos para tener una buena salud? Un certificado de vacunación. Incluso ya se habla en algunos lugares de la exigencia de un certificado Covid para poder contraer matrimonio como está ocurriendo en Canadá[5].
Antes, hace unas décadas, la excusa era mantener una sociedad sana, ahora ¿cuál es la excusa?, me temo que la misma, pero con unos intereses muy oscuros por parte de los que someten a la población a sus dictámenes totalitarios.
Un saludo, la Paz y hasta muy pronto.
[1] La era de la eugenesia: cuando la pseudociencia se hizo ley | OpenMind (bbvaopenmind.com)
[2] https://hablandodeciencia.com/darwin-y-las-leyes-de-la-herencia-de-mendel/
[3] https://donsigno.com/alexander-graham-bell-y-la-eugenesia/
[4] https://politicatransversal.wordpress.com/presentacio/
[5] https://www.eldiestro.es/2021/10/en-una-ciudad-de-canada-se-obliga-a-presentar-las-pruebas-de-inoculacion-a-las-parejas-que-quieran-casarse/