Primer artículo de la serie: La dignidad humana emana del hecho de estar hechos a imagen de Dios
Segundo artículo de la serie: Claves del humanismo cristiano para descifrar el mundo del trabajo
Uno de los grandes expertos en semiótica, el Dr. Miguel Ángel Garrido* comenzó su disertación el 5 de noviembre de 2021 con una advertencia. La conferencia forma parte de un programa único titulado Curso de Liderazgo Ético organizado por el Aula de Actividades del Real Oratorio del Caballero de Gracia en Madrid, dirigido a jóvenes profesionales que buscan tener un impacto positivo en la sociedad a través de su trabajo profesional. Alertó Garrido enseguida sobre la correcta utilización de la palabra líder. El Dr. Miguel Ángel Garrido es catedrático de análisis del Discurso y miembro del CSIC.
LIDERAZGO, ESA PALABRA DE MODA
Liderazgo es una palabra de moda. En el contexto de un curso de formación de liderazgo moral, no podemos esquivar la triste asociación en nuestras mentes de la palabra procedente del término inglés «leader», líder en español, y «führer» en alemán. O Caudillo, en el contexto español, del término latino «capitellum», cabeza, o persona que tiene el mando; o «Duce» en italiano, el que conduce.
Recuperaba el ponente el recuerdo de otro seminario sobre liderazgo pronunciado online ante personas de empresa, en el cual, y tras las intervenciones de los participantes les dijo que, aun corriendo el riesgo de que no le entendieran, quería señalar que nadie había planteado cómo yo quiero comunicar lo que quiero yo hacer por el bien común, sino que habéis planteado más bien y solamente qué dificultades tenemos cada uno a la hora de conseguir la adhesión a cualquier precio.
El objetivo de este Curso general, sugiere Garrido, es justamente oponerse a un afán de liderar en el sentido de «estar por delante de los demás». Hay que sustituir esa idea, sugiere, por la más valiosa acepción del «afán de servir», y a la luz de, «mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (Mateo 20:26-27)». Lo que se lleva, es ya no cómo sirvo yo a los demás, sino más bien cómo me consigo yo un puesto, denuncia Garrido. Dicho esto, y sentadas las bases y el propósito de la ponencia, parece ya claro que como líderes no hay que perseguir conseguir la adhesión a cualquier precio.
ENTENDER PARA PROPONER
Si entendemos lo que está pasando en el mundo contemporáneo, propondremos alternativas que tengan sentido (…). Comprender lo que está pasando. Y nos preguntamos qué está pasando, por poco que seamos reflexivos. Siendo creyentes o siendo no creyentes, habremos considerado ese horizonte común procedamos de donde procedamos, porque la gente ha vivido esa cultura que llamamos occidental donde permean esos principios comunes que vienen de la Grecia y de la Roma antiguas, y desde luego de la civilización cristiana; y ahora se encuentran que desaparecen de su vista y se preguntan: «¡qué está pasando!»
EN UNA SITUACIÓN DE CAMBIO CULTURAL TAN PROFUNDO… QUÉ HACER, QUÉ PROPONER
La cultura posmoderna es el final de un camino que se ha recorrido a gran velocidad en los últimos 50 años. El ponente es un experto en semiótica —la ciencia derivada de la filosofía que trata de los sistemas de comunicación y las propiedades generales de los sistemas de signos como base para la comprensión de toda actividad humana.
EL FIN DE LOS RELATOS
Stat rosa prístina nomine, nomina nuda tenemos, «La rosa originaria se apoya en un nombre, solo nos quedan meros nombres» (del monje benedictino Bernardo Morliacense). Expresa este pensamiento la fugacidad de la vida. Garrido propone el libro de 1980 de Umberto Eco —otro experto en semiótica— «El Nombre de la Rosa» para entender lo que está pasando en nuestra sociedad posmoderna. Eco era, comenta Garrido, católico progresista a los 20, a los 40 marxista convencido, y a los 50 posmoderno. No podemos estar seguros de nada, propone la filosofía posmoderna. No podemos conocer la verdad, entiende Eco. No es nada más y nada menos que la filosofía de Guillermo de Ockham. Solo tenemos nombres, sin llegar a conocer bien lo que sean las cosas.
Umberto Eco nos propone en su novela una cultura posmoderna en ropajes medievales. Garrido menciona también a Jean-François Lyotard, quien una década antes que Umberto Eco publicara «El Nombre de la Rosa», publicó su libro «La sociedad posmoderna». «Lyotard caracterizó la era posmoderna como una época que ha perdido la fe en todas las «meta narrativas» grandiosas y totalizadoras, las ideas abstractas con las que los pensadores, desde la época de la Ilustración, han intentado construir explicaciones exhaustivas de la experiencia histórica. Desilusionada con las grandiosas pretensiones de meta narrativas como la «razón», la «verdad» y el «progreso», la era posmoderna ha recurrido a petits récits («pequeños relatos») más pequeños y estrechos, como la historia de la vida cotidiana y de los grupos marginados».
ÉRASE UNA VEZ, CAPERUCITA ROJA
Para ilustrar estas narraciones y relatos que encapsulan la concepción de la vida y que se eliminan en la era posmoderna, Garrido nos propone el relato clásico de Caperucita Roja. Así, analizando el contexto a partir de la elaboración de un semiólogo del siglo pasado, si analizamos el Sujeto, Remitente, Objeto, Destinatario, Ayudante y Oponente en el relato de Caperucita Roja tenemos que el sujeto es Caperucita, el remitente es la madre, el objeto es la entrega de la cestita, el destinatario es la abuelita, los ayudantes son los leñadores que le avisan del peligro y el oponente es el lobo feroz.
EL RELATO CRISTIANO Y EL RELATO MARXISTA
¿Cómo entendemos el destino humano, qué decimos los seres humanos de nuestro destino leyendo los últimos 50 años? Si seguimos el anterior esquema, en el relato cristiano el Sujeto del Relato es el ser humano, el Remitente es Dios, el Objeto es la Salvación, el Destinatario es la persona humana, el Ayudante es la Gracia y el Oponente es el mal, actuado por el mundo, el demonio y la carne.
Este relato es substituido posteriormente por el relato marxista, dominante durante 70 años en el siglo XX. Relato dominante es aquel contra el cual no se puede ir sin hacerse violencia. En el relato marxista el Sujeto del relato es el ser humano, el Remitente es la historia, el Objeto es la sociedad sin clases, el Destinatario es la humanidad, el Ayudante es la lucha de clases y el Oponente es la clase burguesa.
EL RELATO POSMODERNO
Este relato marxista es substituido más tarde por el relato posmoderno. En este relato posmoderno en el cual vivimos, el Sujeto del Relato es el ser humano, el Remitente es desconocido, el Objeto es indeterminado, el Destinatario es el individuo, el Ayudante es el egoísmo (el yo, mi, conmigo) y el Oponente es el relato completo.
Si Caperucita no sabe cuál es el objeto, es decir, lo que quiere la abuelita, Caperucita se queda sin una misión que llevar a cabo. Si todo es relativo no debería haber un oponente en una sociedad posmoderna. Pero la manía de decir que existe la verdad, que no vivimos en el puro sinsentido, la manía de buscar el bien, la verdad, la belleza, nos hace darnos cuenta de que el oponente de un relato sin Remitente y con un Objeto indeterminado no es ni más ni menos que cualquier relato completo.
CUALQUIER RELATO CON REMITENTE Y OBJETO ESTÁ PROHIBIDO. LO POLÍTICAMENTE CORRECTO
En la sociedad moderna el individuo puede sentirse como un auto de choque en una feria —explica Garrido gráficamente. Chocamos los unos con los otros y todo está permitido, menos sostener un relato con remitente y objetivo –puede llegar a calificarse como un delito de odio. (…) Estas personas serán potencialmente unas violentas si tienen tal osadía. En la hipótesis en que estas personas que identifican un objetivo y un remitente no sean violentas, si aun así defienden la diferencia entre el bien y el mal aunque sea interiormente, me juzgan: les parece mal lo que yo hago, juzgan al individuo posmoderno y son por tanto igualmente censurables.
A este relato posmoderno se le ha llamado y con razón la dictadura del relativismo: «todo está permitido, todo es relativo menos que haya alguien que piense que algo no es relativo».
EL CASO DEL ABORTO PROVOCADO COMO ILUSTRACIÓN DEL RELATO POSMODERNO
El caso del aborto provocado ilustra bien hasta dónde llega el relato posmoderno. En el relato cristiano, el destinatario es la persona, y soy pro vida. En el relato marxista el destinatario en cambio es la sociedad regida por la historia. La primacía de la sociedad sobre la persona nos lleva a promover el aborto para promover un crecimiento de la sociedad. Si el aborto impide el crecimiento que queremos de la sociedad, habrá que prohibir el aborto. Lo hemos visto en la China de la política del hijo único y en una temporal prohibición del aborto; y en la legalización del aborto en la Rumania de Ceaucescu, cuyos resultados tan nefastos para la demografía llevaron a políticas natalistas también desastrosas por totalitarias. En el relato posmoderno, sin fundamento, lo que me apetece, lo que se me antoja, lo que se me ocurre es lo que importa: «nosotras parimos, nosotras decidimos» es un lema que en seguida reconocemos como relato gráfico de esta situación.
Garrido explica que a pesar de todo, y de lo que pueda parecer, todo esto es coherente. Porque hay diversidad de coherencias. Desde nuestra auto coherencia no podemos convencer al otro de la verdad.
Las claves de la sociedad posmoderna —sigue exponiendo Garrido— son los diez mandamientos al revés. Así, ¿honrar al padre y a la madre? No es permisible un relato que imponga el respeto por los padres, el concepto de la familia amplia y de los valores transmitidos de unos a otros. Por ello, pues acabemos con el concepto de hombre y mujer. ¿El quinto mandamiento? ¿No matarás? Se impone el aborto, acabar con una vida humana impunemente. ¿El sexto y el octavo mandamiento prohíben los actos impuros y las mentiras respectivamente? El lobby LGBTIQ+ consigue que se aprueben leyes que legitiman la mentira sobre el ser mismo y la esencia de lo que es ser persona humana, y la instrumentalización del sexo como juguete y herramienta de solamente el placer y el capricho. ¿El séptimo mandamiento prohíbe robar? Se impone un capitalismo salvaje. El octavo prohibía la mentira, pero se instaura la tiranía de la posverdad: ¿Qué es la verdad?
No existe la mentira en un relativismo absoluto. Si no hay verdad, no hay mentira. Sin embargo, esta posmodernidad impondrá leyes que irán contra la misma tan cacareada tolerancia propuesta por ella.
LA PROPOSICIÓN CRISTIANA
Garrido enfrenta ahora la frase de Dostoievski «si Dios no existe todo está permitido» con la pretensión cristiana de proponer la verdad, que por sí misma se hace no solamente atractiva, sino que arrastra y vence. Benedicto XVI lo explicó magistralmente en su libro «Dios y el Mundo».
En su discurso de Subiaco en 2005 Benedicto XVI dijo que en esta situación en que estamos los que tenemos convicciones hay cosas que hay que hacerlas etsi deus non daretur, como si Dios no existiera, puesto que es de sentido común. Esta expresión de Grocio fue reutilizada por el teólogo y pastor luterano Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) quien, durante su encarcelamiento en la prisión nazi de Tegel, en Berlín, invitó a los creyentes a «vivir como si Dios no existiera…», es decir, a comportarse correctamente no en nombre de la fe, sino de la razón humana.
Siguiendo la estela del desafío de Pascal, el Papa Benedicto XVI propuso derribar «el axioma de la Ilustración, el etsi Deus non daretur, en cuyo signo nació la modernidad, ya que incluso aquellos que no pueden encontrar el camino de la aceptación de Dios deben tratar de vivir y dirigir su vida «veluti si Deus daretur», como si Dios existiera (confrontar aquí).
PROFECÍA DE NIETZSCHE DE LA GAIA CIENCIA
«¿No han oído hablar de aquel loco que, con una linterna encendida en pleno día, corría por la plaza y exclamaba continuamente: “¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!”? Como justamente se habían juntado allí muchos que no creían en Dios, provocó gran diversión. ¿Se te ha perdido?, dijo uno. ¿Se ha extraviado como un niño?, dijo otro. ¿No será que se ha escondido en algún sitio? ¿Nos tiene miedo? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado? Así gritaban y se reían al mismo tiempo. El loco se lanzó en medio de ellos y los fulminó con la mirada. —¿Dónde está Dios?—, exclamó, ¡se los voy a decir! ¡Nosotros lo hemos matado, ustedes y yo! ¡Todos somos unos asesinos! Pero ¿cómo lo hemos hecho? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos ha dado la esponja para borrar completamente el horizonte? ¿Qué hemos hecho para desencadenar a esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde rueda ésta ahora? ¿Hacia qué nos lleva su movimiento? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos precipitamos continuamente? ¿Hacia atrás, a los lados, adelante, por todas partes? ¿Es que hay un arriba y un abajo? ¿No vamos errantes por una nada infinita?»
La muerte de Dios en Nietzsche representa la llegada del relato sin trascendencia. No necesita, la posmodernidad, de Dios. No hay misión, no hay objeto ni remitente.
Cuando se cumple la profecía de Nietzsche tendríamos que invitar a actuar «sicut et deus daretur» , como si Dios existiese. Aunque pensasen que no existe el bien y el mal, estos pueden descubrirse en el interior del ser humano, pueden intuirse. Invitarnos a vivir según la ley natural. Como si Dios existiera, explica Garrido.
EL PRIMADO DE LA PRAXIS: EL TESTIMONIO: OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES
En el proceso de comunicar la Verdad, la virtud de la afabilidad adquiere u papel prominente. La afabilidad es consecuencia menor de la caridad. Cuidado con los «verdadazos» evangélicos —previene Garrido— : «te doy con la verdad en la cabeza». Ni desde un punto de vista comunicativo, ni en un contexto eclesial y religioso funciona esto. Lo que es prioritario, en cambio, es el testimonio, el «Yo sostengo este relato con la lucha por mi coherencia. Obtengo buenos resultados y te los presento sin juzgarte, sin juzgar tu conciencia, sin minusvalorarte. Mira como vivo y ve si puedes intuir que esto es mejor, que esto es la verdad».
Reconocemos finalmente que somos pocos los que hacemos eso. Estamos, sí, a veces, en una posición inferior, vulnerable —concede el ponente ante una pregunta del público—, cuando actuamos así. Pero para Garrido es la única vía: testimonio y coherencia. Las obras sostienen mi coherencia y muestran mi relato. Y «tú ves que yo no te juzgo».
«LA VERDADERA PASIÓN ES LA PASIÓN POR LA AUTÉNTICA LIBERTAD»
Frente a esa insana pasión por los «verdadazos» -citaba aquí Garrido a Umberto Eco (1932-2016), «no hay pasión más insana que una insana pasión por la verdad»– aboga incondicionalmente por la idea que «no hay pasión más verdadera que la pasión por la auténtica libertad». Puede profundizarse más en esto en el artículo del ponente en «Nueva Revista», aquí. Porque, si tenemos pasión por la verdad, más una tolerancia profunda, que más nos falta. De ese amor a la Verdad es de donde emanará esa tolerancia profunda, sin miedo.
La verdad, el bien y la belleza son los horizontes. La posverdad seria lo que se cuenta que ha pasado después de haber pasado y que no tiene nada que ver con la verdad de lo ocurrido. Es el relato poco riguroso.
Estaremos en desventaja, si somos sanamente tolerantes, decíamos. Seremos mártires del fake de la posverdad. El ponente, sin embargo, no tiene conciencia que le haya ido mal nunca jamás por sus convicciones. Si se te oponen, afabilidad. Es lo más sano. ¿No nos llevará, en cambio, a la mala suerte la falta de afabilidad, y no la afabilidad misma?: la mala actitud de reaccionar, el pensar que vamos «contra mundum». No podemos ir por la vida con lamentaciones. Tal vez nos va mal por ser insoportables. Hay que ser amigos de la gente.
En un tiempo en que estamos cediendo en la semántica, en que «caridad», pasa a veces a verse como un insulto, resaltan como nunca las reflexiones de Ratzinger sobre el agapé (ver aquí en Wikipedia —un tipo de amor incondicional y reflexivo, en el que el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado). Y lo explica el ponente: quiero a la gente porque sí. Los queremos porque sí. Concepto clave. Con el agapé nos cae la barrera de la intolerancia (ver aquí en pdf , Blanco, Pablo. SCRIPTA THEOLOGICA 38 (2006/3) 1041-1068 – dentro del doc., pág. 1, 6-12, 16, 19, 23).
En las situaciones difíciles, preguntarnos: qué puedo yo estar haciendo mal que hace que esto no revierta. La sociedad posmoderna plantea el siguiente dilema ya en «El Nombre de la Rosa»: no hay más insana pasión que la pasión insana por la verdad… Pero no: la verdadera pasión por la verdad es fuente de la tolerancia más profunda y de la verdadera solidaridad, insiste.
Se puede imitar. Lo hemos visto en la historia de la Salvación. Conforme con Jozef Ratzinger, que no es mala conformidad.
Puede visionarse el vídeo de esta tercera conferencia en YouTube a través de este enlace aquí.
*D. Miguel Ángel Garrido es Doctor en Filología Románica, Catedrático de Análisis del Discurso, Profesor de Investigación en el Grupo de Análisis del Discurso del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC) y Catedrático de Gramática general y Crítica literaria. Ha sido Asesor para Humanidades y Ciencias Sociales de la Presidencia del CSIC (1996-2000) y promotor y Director en funciones (2000-2002) del Instituto de la Lengua Española. Ha sido el primer presidente de la Asociación Española de Semiótica. Es Académico Correspondiente de la Academia Argentina de Letras, la Academia Chilena de la Lengua Española, Academia Uruguaya Nacional de Letras, así como Delegado de la Union Académique Internationale. Aparte de los cientos de trabajos y decenas de membresías y la residencia de sociedades internacionales a las que pertenece y los constantes cursos y conferencias que dicta, dirige en el CCHS/CSIC el proyecto de investigación Diccionario Español de Términos Literarios Internacionales, el Programa de Alta Especialización en Filología Hispánica, y la Cátedra “Dámaso Alonso” de cooperación con universidades americanas.