En una angustiosa demanda procedente de California, un hospital y sus médicos han sido demandados por practicar una doble mastectomía a una niña de 13 años que creía ser un niño.
Al parecer, la demandante, conocida ahora como Layla Jane, fue sometida a lo que su abogado, Charles LiMandri, describe como “abuso médico ideológico y con ánimo de lucro”. Esto se produjo en forma de bloqueadores de la pubertad, hormonas y, en última instancia, la extirpación quirúrgica irreversible de sus pechos cuando sólo tenía 13 años.
Jane, que ahora tiene 18 años, ha vuelto desde entonces a su género de nacimiento, reconociendo que sus sentimientos transgénero, que comenzaron a los 11 años bajo influencias de Internet, eran erróneos.
A pesar de que tres médicos consideraron en un principio que era demasiado joven para recibir hormonas cruzadas, Jane fue sometida finalmente a un régimen médico cuestionable. Los médicos procedieron con bloqueadores de la pubertad y hormonas, y a los seis meses le practicaron una doble mastectomía.
La receta que cambió su vida se basó en una única sesión de 75 minutos con una psicóloga, Susanne Watson. La Dra. Winnie Tong, cirujana plástica, decidió en una sesión de apenas 30 minutos que los pechos de Jane podían extirparse.
En la demanda se alega que los demandados incumplieron su deber profesional al no explorar los desencadenantes psicológicos de la afirmación de Jane de que era transexual. El equipo de la demandante sostiene que los médicos aceptaron voluntariamente el autodiagnóstico de Jane en lugar de explorar sus aparentes problemas de salud mental. Sostienen que tal decisión, equivalente a permitir que un niño de 12 años con problemas se auto prescriba su propio tratamiento, es territorio inexplorado en la profesión médica.
Mientras tanto, la psicóloga Doreen Samelson, que no figura como acusada, había dicho a Jane y a sus padres que era demasiado joven para recibir bloqueadores de la pubertad u hormonas sexuales cruzadas.
Desde entonces, Jane, cuyo nombre de pila es Kayla Lovdahl, se ha “detransicionado”, es decir, ha vuelto a identificarse como chica. Actualmente recibe psicoterapia por problemas de salud mental como el trastorno de ansiedad social.
Según la demanda, debería haberse ofrecido este tipo de tratamiento en lugar de medidas drásticas. Varios estudios indican que la mayoría de los jóvenes con disforia de género acaban sintiéndose cómodos con su sexo de nacimiento. Otras investigaciones demuestran que las personas que se someten a transiciones químicas o quirúrgicas suelen tener problemas de salud mental y mayores tasas de suicidio.
Jane solicita una indemnización por el dolor y el sufrimiento padecidos, los gastos médicos posteriores y las costas del juicio. Harmeet Dhillon, director general del Center for American Liberty, que también representa a Jane, ha criticado a Kaiser por dedicarse a la “charlatanería” y sustituir “las normas de atención médicamente aceptadas por la ideología woke”.
Desgraciadamente, el caso de Jane no es único; una demanda similar fue presentada por Chloe Cole, que se sometió al mismo procedimiento cuando sólo tenía 15 años. Esta preocupante tendencia nos recuerda la necesidad de proteger a los menores de procedimientos irreversibles que pueden tener consecuencias para toda la vida.