El 5 de junio de 2025, la policía belga detuvo en Bruselas a la activista provida Lois McLatchie Miller y al defensor de la protección de la infancia Chris Elston por sostener pacíficamente carteles en los que se oponían a los procedimientos médicos transgénero en niños.
Sus mensajes reflejaban opiniones de sentido común sobre el tema, como “Los niños nunca nacen en el cuerpo equivocado” y “Los niños no pueden dar su consentimiento a los bloqueadores de la pubertad”.
Esta represión de la libertad de expresión hace saltar las alarmas sobre la erosión de los derechos fundamentales en Europa, donde expresar preocupación por la ideología radical de género puede llevar a la detención.
Las detenciones se produjeron mientras Miller y Elston se enfrentaban a una multitud enfurecida, pero se mantuvieron firmes, mostrando sus carteles para poner de relieve los peligros de las intervenciones médicas irreversibles en menores.
Los bloqueadores de la pubertad y las cirugías transgénero, a menudo promovidas bajo el disfraz de “cuidados para afirmar el género”, pueden causar daños duraderos –esterilidad, pérdida de densidad ósea y trastornos psicológicos– y los niños carecen de la madurez necesaria para dar su consentimiento.
La policía belga, en lugar de proteger el derecho de estos defensores a protestar, los silenció, plegándose a una agenda progresista que descarta la ciencia y la supervisión de los padres.
Calum Miller, marido de Lois y compañero defensor de la vida, habló en “EWTN News Nightly” el 6 de junio de 2025, instando a Europa a “despertar” ante este asalto a la libertad de expresión. Hizo hincapié en el papel vital de Estados Unidos en la defensa de las libertades básicas, ya que Estados Unidos a menudo es un ejemplo mundial de libertad.
La investigación de la administración Trump sobre los hospitales que suministran medicamentos y cirugías transgénero a menores señala un retroceso contra esta peligrosa tendencia, reforzando la necesidad de priorizar la atención basada en pruebas y salvaguardar la inocencia infantil.
El incidente belga subraya una batalla más amplia: se está imponiendo a la sociedad políticas de género radicales, a menudo sin debate ni consideración de las consecuencias a largo plazo.
Los defensores de estos procedimientos afirman que apoyan los “derechos de los transexuales”, pero la realidad es un experimento temerario con niños, que ignora la realidad biológica y el orden natural de lo masculino y lo femenino.
Proteger a los niños de tratamientos no probados que alteran su vida es un deber moral, y detener a quienes dicen esta verdad sólo ahonda la crisis de la libertad de expresión y de los derechos de los padres.
Mientras la izquierda presiona para normalizar las intervenciones transgénero en menores, aumenta la resistencia de quienes valoran la ciencia, la fe y la santidad de la infancia.
La detención de Miller y Elston es un escalofriante recordatorio de que alzar la voz conlleva riesgos, pero su valentía inspira a otros a mantenerse firmes.
Estados Unidos debe predicar con el ejemplo, apoyando políticas y líderes que defiendan la vida, la libertad y el bienestar de la próxima generación frente a la extralimitación ideológica.
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