Ama sin miedo a entregarte

La dimensión principal que caracteriza a la persona es la de su realización por y para amar, sin amor carecemos de fundamento y sentido. Tan sólo para poder alcanzar una verdadera felicidad podemos realizarnos amando a los demás incondicionalmente.

El término amor, no está concedido de igual modo para unos y para otros, ha sido encerrado por la mentalidad subjetiva.

Esto conlleva muchas consecuencias en la vida de las personas pues, el ser humano es más libre cuanto más ama, nacemos con la meta de perfeccionarnos mediante el amor y si no amamos adecuadamente, tampoco podremos llegar a esa plenitud a la que estamos llamados en esta vida.

Así mismo, la sexualidad se pretende desligar del acto de amor y toda referencia que se haga a los presupuestos biológicos, antropológicos o éticos se considera una restricción de la sexualidad. Porque hoy en día lo que prima es la búsqueda del placer y todo lo moral suponen obstáculos ridículos y retrógrado.

Los intereses individuales de cada individuo en materia sexual, propio de la mentalidad relativista, y hedonista, conlleva a apartarla de su propia naturaleza y considerarla como una construcción cultural.

En español, la palabra amor deriva del latín, amor, -ōris, y de caritas por otro lado. Generalmente en Occidente se interpreta el amor como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, lo cual llevará a la persona a unas actitudes, emociones y experiencias[1].

Además, la educación, en estas sociedades, se han centrado más en aspectos intelectuales que en una profunda educación afectiva, lo cual da como origen a, lo que el psicólogo Enrique Rojas afirma, que este vocablo haya sufrido una gran manipulación, abuso, cosificación y falsificación[2].

Aristóteles nos dejó en su Retórica, una breve descripción del término amar que sin duda encierra un profundísimo significado: “querer el bien del otro en cuanto a otro”. Con este querer el filósofo clásico está dando a entender que se hace necesaria la participación de la voluntad como pieza clave.

Nuestra sociedad está marcada por pensamientos que han ido calando en las jóvenes generaciones. Se vive un ambiente centrado en lo emotivo y sentimental y el amor queda delegado a sentimientos que van y vienen como el viento. No se percibe su riqueza mucho más profunda.

Las personas se dejan llevar en sus decisiones por lo que me gusta, lo que me apetece, lo que me hace sentir mejor… y la fuerza de la voluntad guiada por la inteligencia queda desplazada. ¡Todo es pasión sin cabeza!

La dimensión principal que caracteriza a la persona es la de su realización por y para amar, sin amor carecemos de fundamento y sentido. Tan sólo para poder alcanzar una verdadera felicidad podemos realizarnos amando a los demás incondicionalmente.

Amar de verdad es, en definitiva, entregarse a la persona amada buscando su máximo bien, su beneficio. No tan sólo cuando te agrada o satisface, esto sería instrumentalizar el amor.

La sexualidad humana como personal y única está dentro del marco insustituible del amor, sin embargo, actualmente se relega tan sólo a lo corporal y externo. Encierra en sí mucho más que el acto sexual, esto tan sólo sería la cumbre del iceberg, antes son muchos los momentos íntimos que toda pareja humana vive dentro de este amor.

Dentro de la sexualidad, el acto sexual corporal es la máxima manifestación del amor hacia el otro, no de un amor egoísta que busca satisfacer sus instintos, es un amor pleno, abierto al otro en todo y hacia todo, en el que uno se dona al amado en plenitud.

Mediante este acto, el hombre y la mujer ponen en marcha la fuente de la vida que toda mujer, en condiciones normales, lleva en su interior. Puede dar origen esta unión a una nueva criatura que será el fruto del amor que les une para siempre.

Ama sin miedo a entregar todo tu ser, la única consecuencia que podrás alcanzar será una felicidad infinita.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Amor.

[2] ENRIQUE ROJAS, El amor inteligente, Ed. Planeta, Barcelona, 2008.

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