¿Superman gay?

La ingeniería social LGTB llevada a su máxima expresión. Se trata de un superhéroe construído a la medida del mundo de hoy: blando, oportunista y con valores trastocados.

Lo último es un Superman gay. Lo anunció recientemente la compañía editora DC Comic. Saldrá a la calle el 9 de noviembre.

Se trata del hijo de Superman, Jonathan, que también tiene superpoderes, aunque pareciera haberse quedado corto de criptonita.

Porque en lugar de salvar al mundo de los graves problemas que le acechan como el terrorismo internacional, los terremotos o las erupciones volcánicas o las plagas mortales, el joven Jon -como le gusta que le llamen- dirige sus esfuerzos a combatir los incendios provocados por el cambio climático.

También le preocupa la facilidad con la que en algunos países como Estados Unidos se accede a las armas o el problema de los refugiados. O sea, es una especie de Greta Thunberg pero con capa.

Y para que no faltara nada en el ‘perfecto progre’ construído por DC Comic, el Superman junior es gay. Ya no es periodista dispuesto a salvar el mundo también con la palabra, pero tiene un novio periodista. Eso sí, también es un periodista progre, de gafapasta, pelo rosa y anclado al ‘buenismo’ de moda.

En definitiva, se trata de un superhéroe construído a la medida del mundo de hoy: blando, oportunista y con valores trastocados. En su ansia por trascender se inventan un nuevo ideal, la lucha contra el cambio climático y un nuevo ‘dios’, la Pachamama, a la que sacrifican crecimiento económico y bienestar. Nada nuevo.

Lo que sorprende es que no hayamos aprendido nada y que los verdaderos problemas como el terrorismo internacional, el hambre y la miseria, la destrucción de la clase media, la crisis de la familia y el invierno demográfico parezcan anécdotas irrelevantes para los nuevos guionistas. Así se manifestaba el guionista de la serie Tom Taylor en el ‘The New York Times’:

“La idea de remplazar a Clark Kent con otro salvador blanco y hetero se antojaba como una oportunidad perdida (…) Un nuevo Superman debía tener nuevas luchas —problemas del mundo real— a las que pudiera enfrentarse como una de las personas más poderosas del mundo”.

Más claro agua. Se trataba de construir un nuevo Superman que transmitiera nuevos ‘valores’. Es decir, se trata del último paso de ingeniería social LGTB. No sólo se trata de romper con la tradición y con la imagen del superhéroe sino de transformar al superhéroe en activista de los nuevos valores ‘progres’.

Por eso ya hay cientos de ciudadanos que ya han escrito a la editora a través de una campaña de CitizenGO para manifestarle su sorpresa y molestia con el nuevo perfil de Superman y anunciar que si finalmente el nuevo ‘supergay’ ve la luz no contarán con ellos ni con nadie de su entorno para ningún producto de la factoría DC Comic.

Si quieres sumarte a esta campaña, puedes hacerlo aquí.

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