¿Qué futuro le espera al conservadurismo Social americano?

Empiezo con una definición: El Conservadurismo Social americano es la idea, y el sistema político, que afirma y defiende la familia natural, entendida como la unión marital como una sola carne de un varón y una mujer, con el propósito de engendrar y criar hijos, construyendo hogares fuertes, y enlazando las generaciones. Enraizada en la Sagrada Escritura el conservatismo social americano favorece la continencia sexual (castidad antes del matrimonio, fidelidad después), el casamiento relativamente joven, la complementariedad de las funciones sexuales (el varón como padre, proveedor y protector; la mujer como madre y criadora) y las familias numerosas. Desaprueba la anticoncepción, condena el aborto, aborrece la pornografía y lamenta la fornicación. Este sistema de pensamiento sostiene que la ley y las políticas públicas deberían favorecer estos principios al ser los mejores fundamentos para una libertad ordenada y el óptimo desarrollo integral del ser humano.

A pesar de un pasado calidoscópico y una tosca personalidad, el presidente Donald Trump ha sorprendido a los observadores en cuanto al grado en el que ha reafirmado muchas de estas ideas. Por ejemplo, favoreció una política de impuestos que extendió los créditos fiscales para las familias con hijos. Buscó en repetidas ocasiones retirar la financiación de las actividades proabortistas de Planned Parenthood, ubicando a los Estados Unidos en primera línea de las actividades próvida en las Naciones Unidas, nombrando jueces federales afines con muchos o la mayoría de los principios conservadores.

Un presidente como Joe Biden deshará todo esto completamente, tan rápidamente como pueda. Las acciones legislativas y las órdenes ejecutivas de Trump desaparecerán, muchas desde el primer día de su presidencia. Un presidente Biden llenará su administración con personal opuesto a todos los valores del conservadurismo social; lo mismo hará con los nombramientos judiciales. A nivel ejecutivo al menos, la derrota será completa. Pero un Senado todavía controlado por el Partido Republicano frenará estos actos legislativos nefastos. Pero esto sólo significará retrasar un poco la pérdida que se producirá en el Congreso.

Entonces, ¿qué deben hacer los conservadores sociales? Sugiero que empecemos a examinar brevemente los hechos pasados relevante en EE. UU., para descubrir cómo hemos llegado a este punto.

Los Estados Unidos de América fueron creados -y nacieron- como una nación conservadora social. La unidad familiar, no el individualismo, era la fuerza organizadora. La llegada de los pioneros, peregrinos y puritanos de Massachusetts durante el inicio del siglo XVII crearon un modelo familiar americano distintivo, resaltando la unión matrimonial pronta y de manera casi universal. Una alta tasa de fertilidad; un importante foco de atención sobre la paternidad; la complementariedad (varones y mujeres son iguales en valor y dignidad pero ejercen funciones distintas); los reales vínculos flexibles entre las generaciones; la construcción de sólidas economías en los hogares; y una relativa estabilidad. En Nueva Inglaterra, en 1660, casi todos los adultos estaban casados: las mujeres a la edad de 20 años, los varones a los 24. Con un promedio de 9 hijos por pareja, sobreviviendo en su gran mayoría hasta la edad adulta.

Las mismas características se encuentran en los Estados Unidos de 1776. El matrimonio era casi universal. De hecho, una encuesta en la zona rural montañosa de Carolina del Sur mostró que de los 17.000 adultos blancos encuestados, no había ni una sola mujer a los 25 años que no estuviera casada o fuera viuda. El primer censo en los Estados Unidos (1790) mostró que la edad promedio de toda la población era de 15 años: ¡Un país de adolescentes! En esta época, las costumbres religiosas y una economía pragmática de la vida agrícola en América “llevaron a que los hijos fueran vistos como una bendición, no una maldición “[historiador Jim Potter]. Más de la mitad de los niños estadounidenses vivían en familias con nueve o más niños. Y aún más sorprendente: estas mismas características fueron encontradas en los esclavos negros en el valle de Chesapeake, donde el matrimonio casi universal y las familias numerosas se habían vuelto comunes.

Ese modelo familiar americano ganó renovada fuerza en la mitad del siglo XIX. El viajero y escritor alemán Francis J. Grund, visitando los Estados Unidos en la década de 1830, encontró una tierra caracterizada por “matrimonios jóvenes”, “la santidad del matrimonio”, un “rápido incremento de población” debido a la alta fertilidad, y la “felicidad doméstica”. El aún más conocido viajante francés Alexis de Tocqueville se encontró con las mismas características, afirmando que “ciertamente no existe país en el mundo donde los vínculos del matrimonio sean más respetados que en América, o donde la felicidad conyugal sea más altamente o dignamente apreciada”.

La ley americana refleja y refuerza este maravilloso compromiso con la vida familiar. Tal como el historiador de Derecho Charles Reid nos muestra, las enseñanzas sociales de los primeros Padres de la Iglesia cristiana moldearon la jurisprudencia, especialmente el entendimiento de San Agustín de las “3 bondades” del matrimonio: la procreación, la fidelidad y la indisolubilidad. Así lo explicaba el influyente jurista de Nueva York James Kent en 1830: “La primera y más importante de las relaciones domésticas, es la de esposo/esposa. Ésta tiene su fundamento en la Naturaleza, y es la única relación por la que la Providencia ha dispuesto la continuidad de la raza humana.”

Las políticas públicas siguieron. Reflejando los avances en la embriología, los años 60’s-80’s vieron cómo cada Estado de los Estados Unidos adoptaban leyes prohibiendo el aborto en todas las etapas del embarazo. En 1873, el gobierno Federal  puso en funcionamiento una nueva ley prohibiendo la venta y la distribución de anticonceptivos y material pornográfico. La mayoría de los Estados aplicaron incluso medidas más duras. La aplicación de las políticas públicas fue rigurosa, y notablemente efectiva: la industria del porno (fotos, tarjetas postales “Cubanas”, revistas y libros) desapareció.

Y sin embargo, solamente unos años después, la deconstrucción de este sistema empezó. ¿Por qué? Básicamente la complacencia se infiltró. Los bienes y dones de ese sistema familiar fuerte fueron considerados como ya completamente logrados. Mientras tanto, una forma corrosiva de liberalismo se extendía, inicialmente entre los “ilustrados”. En lugar del sentido del deber, de la sabiduría heredada y de las verdades Bíblicas, se buscaba “la libertad personal” y la “elección”.

El proceso se inició con la ley del divorcio. Los estatutos hasta entonces existentes hacían difícil que se terminara un matrimonio; en efecto, en la mayoría de los Estados se requería un acto especial de acuerdo a su legislación estatal y se mantuvo este requisito hasta recientemente. Sin embargo, empezando en 1880, Arkansas, Nevada y algunos otros estados descubrieron que facilitando el divorcio podría ser una manera efectiva de aumentar sus ingresos. Así los efectos en el orden social y sobre los hijos fueron ignorados. El siguiente blanco fueron las leyes que prohibían los dispositivos de control de natalidad y su difusión. La aplicación de las leyes estatales empezó a deshacerse en los años 20. Una decisión de la Corte en la década siguiente destrozó la ley Federal.

A pesar de todo, algo notable estaba ocurriendo en aquel entonces: El modelo americano de Familia recobró inauditas fuerzas a través de “matrimonio” y del “baby- boom”. Era entre 1932 y 1970; la tasa de matrimonios prácticamente se duplicó; Así en 1970, el 95 % de los adultos estadounidenses estaban casados o lo habían estado. La edad media del primer matrimonio alcanzó sus registros más bajos: 22 años para los varones, 20 años para mujeres.

La tasa de fertilidad creció fuertemente, casi doblándose. Las familias numerosas, una vez más, se volvieron modelos comunes. Incluso después de la Segunda Guerra Mundial la tasa de divorcio bajó. Como en los siglos previos, la Familia era el “Camino americano”.

Pero esto poco duró. La complacencia regresó; y también el liberalismo corrosivo. Esta vez con tendencias feministas, libertinas y nihilistas. Todas estas corrientes apuntaron a la familia tradicional. Decisiones hostiles a la familia proliferaron en las Cortes federales. Decisiones en los 60’s y 70’s minaron las protecciones otorgadas a las familias con parejas casadas, siendo la más notable el fallo Eisenstadt v. Baird [1972], que negó la unidad de la pareja marital. Las decisiones de la Corte en Roe vs. Wade el año siguiente despenalizó el aborto en todos Estados. En el fallo Danforth [1976], los padres varones perdieron todo derecho sobre las decisiones con respeto al aborto. El año siguiente, ambos padres perdieron todo control sobre la distribución de anticonceptivos a sus hijos menores. Y el proceso siguió su curso, hasta abrazar la sodomía [2003], el matrimonio entre personas del mismo sexo [2015] y el reconocimiento transgénero [2020]. El mismo razonamiento amoral llegará previsiblemente a legislar sobre la poligamia y el poliamor.

El conservadurismo social como movimiento ha surgido como reacción a estos ataques contra la familia natural. La organización propulsora fue la National Divorce Reform League [la Liga Nacional de la Reforma del Divorcio], fundada por el Reverendo Samuel Dike en 1881, para combatir la flexibilización de las leyes de divorcio. Renombrada como Liga Nacional para la Protección de la Familia en 1897, éste fue el primer grupo en usar la etiqueta de “familia natural”. Una constelación mucho más grande de organizaciones profamilia surgieron en la década de 1970, incluyendo Focus on the Family, American Family Association, Family Research Council y The Rockford Institute. Si incluimos los grupos de ámbito estatal, el número ascenderá a muchas docenas.

Se produjo un cambio político importante. Antes de 1965 , el partido profamilia era sin duda el Demócrata. El Partido Republicano había favorecido durante mucho tiempo a Wall Street, los grandes bancos, las grandes corporaciones, el feminismo [de aquel momento], la agroindustria y los country club. Los Demócratas en cambio eran más proclives a favorecer los negocios locales, las cooperativas y las uniones de crédito, los obreros trabajadores, las pequeñas empresas, a las madres en el hogar, un solo “salario familiar” para los varones, granjas familiares y los clubes étnicos. Mientras la Iglesia Episcopaliana apoyaba plenamente el Partido Republicano, los Católicos y los Evangélicos del sur votaban por los Demócratas.

Esto cambió, ya que el Partido Demócrata, en un proceso aún difícilmente entendible, asumió todas las corrupciones liberales y los radicalismos de finales de la década de los 60. En 1980, éste era ahora el partido del control de la población, el aborto, la pornografía, la revolución sexual, la convivencia y los académicos radicales dentro de las escuelas y universidades. [Las nuevas élites corporativas con la misma mentalidad nihilista y un movimiento LGBTQ agresivo llegarían un poco más tarde]. Millones de católicos conservadores, evangélicos, comerciantes de pueblos pequeños y habitantes rurales socialmente conservadores fueron arrastrados a un desierto político. Muchos de estos refugiados políticos pronto encontraron el camino hacia el Partido Republicano; Les llamarían los “Demócratas de Reagan”. Sin embargo, desde el principio, este fue un traslado problemático.

¿Qué ha logrado el conservadurismo social americano durante los últimos cincuenta años? Algunas pocas cosas. Si bien el acceso gratuito al aborto sigue siendo ley en el país, se han logrado poner limitaciones o prohibiciones a la financiación pública. La política fiscal federal es más favorable para las familias con hijos de lo que fue, particularmente a través del nuevo Crédito Tributario por Hijos y la eliminación de algunas penalizaciones que recaían a las uniones matrimoniales. Particularmente a escala estatal, el home-schooling (escuela en casa), una forma altamente efectiva de reafirmación familiar, ha ganado reconocimiento social y protección legal. Sin embargo, otras victorias políticas como la victoria de la Propuesta 8 en California a favor del matrimonio verdadero, han sido víctimas de las decisiones de los tribunales federales, con unos jueces a menudo nombrados por los Republicano a la cabeza. En general, éste ha sido una cadena de fracasos.

Entonces, ¿qué debería hacerse ahora? Cuatro cosas.

Primero, pasar a la ofensiva. Desde hace décadas, los conservadores sociales han estado defendiendo principalmente precedentes legales sin viabilidad y, más recientemente, simplemente buscando exenciones por motivos religiosos ante una agenda sexual radical. Estas son las estrategias de los perdedores. Durante siglos, los conservadores sociales estadounidenses trabajaron con valentía y éxito para convertir en ley la protección y promoción de la familia natural y la ética afectivo-sexual de visión judeocristiana. Entendieron que estos principios eran de aplicación universal, para el bien de todos, no sólo para una minorías acobardadas. La actual Izquierda Sexual entiende bien esto y rechaza el concepto liberal de “elección” como algo idiota y desacreditado y busca implacablemente imponer su agenda a todos. Los conservadores sociales deben recuperarse y buscar la victoria.

En segundo lugar, los conservadores sociales deben tomar el control efectivo del Partido Republicano o abandonarlo. Durante unos cuarenta años, los líderes republicanos han dado la bienvenida a los votos de los “demócratas de Reagan” y otras personas favorables a la familia, pero en todos los demás aspectos los han relegado a la insignificancia: les envían como a niños idiotas en la trastienda del Partido. Los primeros amores del Partido Republicano siguen siendo los ricos, las corporaciones gigantes y el sentido de estado de seguridad nacional, incluso cuando la nueva generación de multimillonarios, los grandes grupos tecnológicos y las agencias de inteligencia han mostrado recientemente todos los apoyos al Partido Demócrata. Las reformas fiscales del Partido Republicano, por ejemplo, se centran en el 90 por ciento en los ricos y en las 500 empresas más ricas; las familias y la verdadera clase media reciben apenas las migajas. Los libertarios, con su ética social de libertinaje, controlan la agenda reguladora del Partido. Y, sin embargo, datos de encuestas de prestigio indican que los conservadores sociales representan la gran mayoría de los votantes republicanos. Con vistas al futuro, éstos deben reclamar un liderazgo real en el partido e instalar verdaderas agendas profamilia y provida. De no ser así, deberían buscar formar un nuevo partido. Así como ocurrió en la década de 1850, la vida estadounidense está cada vez más polarizada: entonces era la esclavitud; ahora, sobre son los “valores familiares”. En aquel entonces, esto permitió que los Republicanos dejaran de ser el “tercer partido”, reemplazando un partido Whig vacilante como un contrataque a los demócratas entonces pro-esclavitud. Puede ser que haya llegado el momento de tal cambio.

En tercer lugar, formar intelectuales y actores políticos de mucho más nivel. Si bien siguen existiendo muchas organizaciones profamilia, la mayoría son “religiosos” o grupos de presión con un peso intelectual mínimo. Un puñado de centros de investigación vinculados a las principales universidades puede hacer un buen trabajo; pero en su mayoría tienen impactos moderados en el campo de la promoción pública de sus ideas. Se necesita una nueva generación de grupos de expertos en temas sociales y políticos independientes, con imperativos nuevos: Rechazar más audazmente el feminismo, tanto en su versión “dura” como la “blanda”, presionar por el reconocimiento cultural y legal del liderazgo paterno responsable de las familias y las virtudes maternas de las mujeres. Deben remodelar la economía para favorecer matrimonios fuertes, familias numerosas y hogares con papeles diferenciados. Deben poner fin a “la castración de los hombres mediante la educación feminizada y diversas formas de satisfacer al cuerpo que destruyen el espíritu (en particular, la pornografía)” [David Azerrad]. Y deben recuperar ese sentido de aventura que una vez supuso construir una familia cristiana [por ejemplo, de Charles Peguy: “Solo hay un aventurero en el mundo…: el padre de familia. Incluso los aventureros más audaces no son nada comparados con él. Todo el mundo moderno, y aun con mayor desprecio, se organiza contra ese tonto, ese tonto insolente y atrevido. ”- 1909]

Y cuarto, construir una organización conservadora social internacional. El Congreso Mundial de Familias [WCF], fundado en 1997, fue el primer paso. Mientras la Izquierda Sexual buscaba en la década de 1990 asegurar su control sobre las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros organismos transnacionales, la WCF se convirtió en una fuerza opuesta. Trabajó para construir coaliciones de académicos, escritores, activistas y políticos que defenderían a la familia natural en todo el mundo. Doce Congresos completos (Praga, Ginebra, Ciudad de México, Varsovia, Ámsterdam, Madrid, Sídney, Salt Lake City, Tbilisi, Budapest, Chisináu y Verona) y otras cuarenta asambleas regionales (que van desde Moscú a Nairobi y Manila) se han sido celebrado. Estos encuentros promueven el intercambio de ideas, el lanzamiento de nuevas iniciativas y reafirman la confianza y el coraje. En literalmente cientos de informes, artículos y libros, la Izquierda Sexual ha desatado su rabia contra los WCF…. lo que da testimonio de su gran éxito. Se necesitan hacer mucho más. Se necesitan fondos recurrentes para contrarrestar los muchos millones de dólares que el imperio de George Soros ha invertido en campañas anti-WCF. Si bien los congresos anteriores solían tener unas “presencias juveniles”, hubo escaso seguimiento para forjar una nueva generación de líderes. Además, aunque en las reuniones de la WCF ha nutrido un grupo incipiente de parlamentarios favorables a la familia, el apoyo con el personal necesario para una continuidad efectiva ha sido nuevamente insuficiente.

En resumen, nosotros, los conservadores sociales, deberíamos dejar de quejarnos e inquietarnos y avanzar con valentía. Hay un mundo que ganar; la imborrable experiencia estadounidense junto con… ¡la Providencia! están de nuestro lado.

Salir de la versión móvil