La Universidad Estatal de Nueva York suspende los estudios de un alumno por cuestiones ideológicas.
¡Alucinante! La escuela de Educación de la Universidad Estatal de Nueva York ha suspendido al estudiante Owen Stevens por afirmar en su Instagram que un hombre es un hombre y nunca podrá ser una mujer.
La polémica que se ha desatado por este mensaje es digna de mejor causa. Esto es lo que dice el decano de Educación: “Después de revisar todos los materiales disponibles, descubrí que, en base a su postura pública continua y presencia en las redes sociales, no demuestra consistentemente los comportamientos requeridos por el Marco Conceptual de la Escuela de Educación”.
Es decir, afirmar que nadie puede tener un sexo diferente al biológico “asignado al nacer” viola la normativa universitaria de “respeto mutuo”, que no es otra cosa que la promoción en los campus de la llamada “orientación sexual e identidad de género”.
Pero no es sólo el decano, también el presidente de la universidad ha decidido sumarse a la ‘inquisición gay’. Lamenta no tener más margen de actuación para violar el derecho a la libertad de expresión:
“Existen claras limitaciones legales a lo que puede hacer una universidad pública en respuesta a un discurso objetable (…) Como resultado, hay pocas herramientas a nuestra disposición para reducir el dolor que tal discurso puede causa”.
Pero lo más increíble es que también haya compañeros de Owen que se hayan sumado a la “policía de pensamiento”, como denuncia el estudiante expedientado.
Analicemos la situación. Un estudiante verbaliza una evidencia científica: el hombre es hombre y la mujer es mujer. Somos XX o XY.
Una universidad considera que esa afirmación es ofensiva, le abre un expediente y le expulsa de la universidad hasta que no se retracte, retire sus videos y acuda a un curso de “reeducación”.
En dicho curso le enseñarán que hay hombres sin pene y mujeres sin vulva, que cada uno será del sexo que quiera ser porque nada ni nadie puede oponerse a su voluntad, al sexo con el que se siente identificado.
Como decía Benedicto XVI, se trata de la última rebelión del hombre contra Dios. Porque el sexo nos viene dado, como la fecha de nacimiento, el país de origen y nuestra paternidad. Puede que no nos guste. Pero rebelarnos por haber nacido en el siglo XX en lugar del XV no nos hace medievales sino inadaptados.
Rechazar a nuestro padre por la razón que sea es digno de ayuda psicológica. Y renunciar a nuestra patria de origen nos convierte en unos apátridas sin raíces.
Por lo demás, resulta preocupante que una institución cuya finalidad es investigar el saber y transmitirlo se convierta en una herramienta de propaganda ideológica en lugar de ser un espacio para el pensamiento, el debate y la investigación.
Si quieres apoyar a Owen Stevens, CitizenGO ha lanzado una campaña su apoyo dirigida al decano y al presidente de la Universidad Estatal de Nueva York: https://citizengo.org/es-lat/200885-readmitan-owen-stevens