Mientras sectores eclesiales en favor de los colectivos LGTBI+ ponen el grito en el cielo por el documento publicado por el Vaticano “Dignitas Infinita”, que rechaza los atentados contra la vida y la verdad del ser humano, somos muchos los católicos que aplaudimos exultantes estas declaraciones abiertas y claras que tanto ansiábamos se proclamaran.
Muy providencialmente, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pocos días antes de que el Parlamento Europeo votara incluir el aborto en la Carta de los Derechos Fundamentales, sale en defensa de la vida como hicieron los Apóstoles proclamando a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
Porque la Iglesia de Cristo siempre ha tenido como misión llevar a todos el mensaje de salvación, y siempre ha denunciado todas las ideologías y desviaciones que, incluso dentro del seno de la Iglesia, han intentado confundir a los cristianos, y destruir esta Institución Divina.
Los atentados contra la Antropología humana que se expresan en este documento, no son más que intentos de las fuerzas del Maligno que quiere destruir la dignidad del ser humano.
Dignidad que nos viene de Dios, que nos ha creado a su imagen y semejanza, que nos ha dado la vida por puro amor y que quiere que alcancemos la Vida Eterna para gozar por siempre de su presencia, de su Amor infinito.
Esto, querido lector, no lo soporta el Demonio que trabaja incansablemente para que nos condenemos por toda la eternidad. Y no por casualidad esta Declaración del Vaticano fue aprobada por el Papa Francisco el 25 de Marzo, día de la Anunciación a María y la Encarnación del Señor.
Y aunque a algunos esto suena como una especie de cuento o leyenda que nos hemos inventado los cristianos para agarrarnos a alguna ¿falsa? esperanza, no cabe duda que, sin Dios, la vida deja de tener sentido y se pueden cometer hasta los más atroces atentados contra la Dignidad Humana.
Que el aborto, la eutanasia, los vientres de alquiler o la ideología de género son auténticos ataques a la vida humana amada por Dios, es algo que quizás tú y yo tenemos bien claro. Sin embargo, como dijo el Papa Francisco en la JMJ 2016 son “colonizaciones ideológicas”, y como tales, se han ido colando en muchos rincones de nuestra cultura, han ido calando en la mente adormecida de muchas personas que, ahora, se han creído que son derechos o prefieren mirar para otro lado y lavarse las manos como Poncio Pilatos.
Por esto, este documento eclesial, viene a ser un soplo de luz en medio de tantas confusiones, tergiversaciones y mentiras que hay en torno a una “conciencia progresiva de la centralidad de la dignidad humana” que concibe el valor humano según las circunstancias personales de cada uno.
Ya el Concilio Vaticano II hablaba de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Y precisamente, esta dignidad es la que se está pisoteando de una forma legal y aplaudida por muchos sectores sociales.
La sociedad lleva décadas sufriendo una intensa manipulación mental para destruir los principios y valores básicos que nos pueden sustentar como personas. Como afirmaba el Cardenal D. Antonio Cañizares, nos situamos frente a unos “nuevos dragones con fuerza propagandística”.
De esta manera actualmente observamos a nuestro alrededor un panorama desalentador: se desprecia un mínimo de exigencia moral en favor de una falsa libertad, se relativiza la verdad aceptando cualquier idea subjetiva, la cultura del hedonismo y el materialismo campan a sus anchas y el uso del otro como un objeto sexual de placer es considerado como algo normal e incluso como un derecho.
Dignitas Infinita viene a dar un puñetazo en la mesa, viene a desalojar a todos aquellos que se han creído todas estas mentiras, que viven lucrándose a costa de los inocentes que caen en esas redes mafiosas.
Dignitas Infinita, al igual que hizo Jesús cuando entró en el templo y se encontró que estaba siendo utilizando para hacer negocios, entra con fuerza para mostrar la única verdad de, como dice este documento, la “dignidad de todos los seres humanos” que “va más allá de todas las apariencias externas o características de la vida concreta de las personas”.
El documento está compuesto por 4 puntos principales en los que va desglosando, en un 1º punto, las distintas concepciones que se han tenido del término “dignidad” hasta nuestros días, revalorizando la concepción que el cristianismo introdujo en la sociedad, fundamentado desde las Sagradas Escrituras pasando por los Santos Padres y los grandes Concilios de la Iglesia católica.
En un 2º apartado, parte del anuncio y proclamación de la dignidad humana enraizada en Cristo, que eleva al ser humano a la categoría de Hijo de Dios.
En un 3º punto, nos expone los derechos y deberes humanos que están fundamentados, precisamente, en esa dignidad que la Iglesia defiende.
Los atentados más comunes perpetrados contra la dignidad humana, se expresan en el punto 4º, como pudieran ser el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los inmigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto y la maternidad subrogada.
La eutanasia y el suicidio asistido aparecen en un subapartado especial, mencionando el drama silencioso que supone. También el documento tiene en cuenta las acciones que se realizan favoreciendo el descarte de las personas con discapacidad, que son vulnerables y frágiles, así como la teoría del género y el cambio de sexo.
En este sentido, vuelve a reiterar como en tantas otras ocasiones la Iglesia ha afirmado, que se debe evitar “todo signo de discriminación injusta” así como “agresión y violencia”, pero denuncia claramente, que se atenta contra la verdad fundamental de la vida, invitando a aceptar y respetar nuestra humanidad como ha sido creada por Dios.
Termina expresando el peligro de las nuevas tecnologías que están generando violencia digital y acciones de explotación y exclusión que atentan contra la dignidad humana.
En la conclusión final, Dignitas Infinita, nos recuerda que “es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos fundamentales, que preceden y sustentan toda convivencia civilizada”.
Espero sinceramente que este documento sirva de brújula y esperanza, para tantas personas que andan desorientadas sumergidas en este mar de confusiones teóricas. Que sirva de balsa para todos aquellos que yacen sumergidos en un mar de dudas. Que sea un instrumento de escudo para todos los que trabajan por defender la verdad de la dignidad humana en diversos sectores de la sociedad.
Y, sobre todo, que sea una gota de agua sanadora, para todas aquellas bocas sedientas que buscan respuesta a los sufrimientos que padecen por estar siendo víctimas de la violación de su propia dignidad humana.