Se podría decir que, desde los avances de la tecnología iniciados en el siglo XX, sobre todo, nos ha facilitado el poder descubrir ese mundo antes oculto que se encuentra en el interior del vientre materno.
Cuando una mujer queda embarazada, su cuerpo comienza a presentar una serie de cambios a nivel interior pero visible también en lo exterior. Una criatura se va abriendo a la vida y con el transcurrir de los meses, a partir del 3º o 4º mes de gestación, incluso la madre podrá ir percibiendo esas pataditas que su hijo le da.
Que esa personita, diminuta, pero dotada de todo lo necesario para considerarse humana, está viva y es un ser humano, es algo, que la gran mayoría de la sociedad civilizada, considerábamos.
Con la llegada de las ideologías racistas, eugenésicas, abortistas, así como el utilitarismo, el relativismo y la ruptura con el verdadero sentido de la sexualidad, se han ido colando concepciones muy diversas, aleccionando con ellas desde las mismas escuelas y centros universitarios.
Hay quienes sostienen que antes de determinadas semanas del embarazo tan sólo hay una especie de amasijo de células. Los partidarios del aborto no dudan en presentar la belleza de la vida intrauterina como un saco inconexo con la vida humana.
Sin embargo, a pesar de la ocultación de la realidad, la mayoría de la comunidad biosanitaria está de acuerdo en que la vida humana contenida en el seno materno es un proceso continuo y su comienzo sólo puede estar en la fecundación. Aunque se esté ignorando esta realidad1. En cualquier otro momento sucesivo del embarazo tras ese instante únicamente se produce el desarrollo de lo que ya se inició como humano. A su vez, tenemos hechos que demuestran que los datos embriológicos permiten afirmar que, desde el momento de la fecundación, el embrión posee vida humana, por lo que merece ser respetada debida a su propia dignidad2. No existe ningún salto cualitativo (de cualidad de la persona) desde la fecundación hasta la muerte. No puede decirse que en un momento es una cosa y más adelante otra diferente. Su desarrollo es cuantitativo y está previsto principalmente en el genoma humano3.
Por lo tanto, aunque se le haya variado el nombre de niño a embrión o feto para despistarnos, desde la fecundación existe un individuo de la especie humana que se va desarrollando de manera continua. Una creatura de Dios, ya con su propia alma inmortal, pensando y amado por Él desde la eternidad. Es imprescindible redescubrir el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término.
1 En algunas universidades de medicina, esta pregunta se deja en el aire, sin dar una respuesta clara y definida, lo cual, abre las puertas a la práctica del aborto sin que estos especialistas tengan “remordimientos”.
2 YOUCAT. Catecismo de la Iglesia católica para jóvenes. Nº 71.
3 Genoma: conjunto de células y su disposición en la célula.
4 S. Juán Pablo II. Carta Encíclica Evangelium vitae